jueves, 3 de febrero de 2011

¡Amor virtual para olvidar!

Pensé que el mundo giraba alrededor de ella, que mis pulsaciones y mis latidos tenían un norte y origen que era su nombre. Todo fue una costumbre dejar que las cosas se tornaran así, a su nombre y a su semejanza.

Pensé en un bien convirtiéndose casi en un mal, en una muerte que veía venir a distancia pero me sorprendió en la mañana, fue un descuido letal por estar allá arriba en las nubes muy cerca de las estrellas viviendo un sueño tan bonito que cuando llegué y pisé la tierra encontré que todo no era como yo lo pensaba y como me dijo que lo era.

Creo que fue un pecado inocente o un inocente pecador, tal vez no sé que es lo que sea pero a distancia fue algo que pude evitar pero algo me llevó a ella, como un suicida frente a un arma, como un naufrago a una isla, como un hombre cuando se enamora de una mujer.

Así parece ser la vida, tan dura que no te das cuenta y pasas de estar enamorado a estar ilusionado. Puedes vivir la ilusión al máximo, pero vives la derrota al mínimo por cada minuto haciendo que ésta sea tan eterna como la mujer que amaste.

Viajé rápidamente desde la luna hasta la tierra, probé cada uno de los pecados carnales y mortales que existen este paraíso terrenal. Permanecí en una burbuja que me alejó de los problemas, del engaño y de lo que muchos llaman maldad del amor. Pero es como cruzar un puente, un puente que te lleva de lo virtual a lo real; esa parte dónde no estabas y me obligaste a preguntar por ti, por el amor, por la sinceridad y muchas cosas que nadie me ha dado respuestas, entrando en miles de abismos con nombre de mujer.

Fui el último de la fila al encontrar las malas respuestas en un cuestionario que encontré en el suelo, ese mismo cuestionario de la vida, dónde las respuestas están borrosas y otras las han arrancando y se las llevaron consigo.

Alguien me dijo que te vio muy bien en otro lugar, quizás estés muy bien en otros brazos con otros besos en otro lugar dónde no estoy yo. Ahora necesito regresar a la luna a buscar todos esos recuerdos y toda esa magia que me diste para poder ver que falló y que sirve para reconstruir el presente.

Saber que tan bueno fue tu amor virtual para no hacer de nuevo lo que nunca debí hacer. No soy un pobre angelito para andar de labios en labios tratando de conquistarlos. Mil sabores de labios me hiciste probar en los tuyos que no podré reconocerlos, si alguna vez vuelvo a verte. Fueron tantos que los cubriste de miles de rostros para nunca más encontrarte.

No quiero que alguien piense que tu amor me mató de cinco disparos al corazón, no quiero que alguien me vea como un angelito sin alas. Sólo sé que anoche me dijiste que me amabas, pero ahora ya las cosas no son así en la tierra, eso fue lo bueno de saber quien eras y saber quien era yo. Dejaste las cosas claras sin decirme alguna palabra, sin darme una explicación. Sólo me explicaste con tu indiferencia y tu amor que todo ese amor se acabó como un combustible, ese mismo que utilizaste para alimentar nuestro amor virtual, un amor virtual del que nunca más me voy a enamorar.

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“El origen de estas historias”

“El origen de estas historias”

Cuesta mucho pensar en cuantas lunas y en cuantas noche pensé en escribir, el momento y lugar justo. Momento donde las ideas fluyen igual que la sangre por mis venas y mis dedos; mientras el lugar, es frente a mi computadora. Desde la viejita Pentium III hasta la actual y por supuesto en mi lugar de trabajo.

Algo de trabajo y atmosfera propicia para echar andar una idea y una historia, que tan difícil era imaginarlo, que tan difícil fue crearlo hasta que se cocinó bajo el fuego más intenso que un arsenal militar en llamas.

“Historias de un Hechicero” son aquellas historias que salen de las propias calles de nuestra ciudad, de sus barrios, de sus urbanizaciones y de sus calles llenas de huecos. Personajes como nosotros, tan humanos que viven, respiran y pueden sentir como cualquier persona.

Aquel relato que nace entre líneas de un teclado y mezclas de música, lo que miró en la camionetica de “La Coromoto” y los maltrechos autobuses de Mariara, entre lo malo y lo feo, entre el chavismo y la oposición, entre la fe y la esperanza, entre una mujer en la calle y una compañera de trabajo.

Momentos y lugares donde pueden pasar cualquier cosa, esas historias que entrelazo en distintos personajes, esos que pueden estar en lugares tan comunes como extraordinarios. Aquellos que describo con sus rasgos corporales, actitudes y vicisitudes.

Todos tenemos una historia que contar, un relato que nos identifica, miles de personajes anónimos en esta enorme ciudad, a veces pequeña de tantas narraciones sin contar. Todas apretadas en el espacio y en el tiempo. No sé cuantas líneas y cuantas lunas sean las necesarias para escribirlas. Sólo sé que estaré para contarlas, hacer de cada viernes algo especial para los lectores a través de este portal. Así es Historias de un “Hechicero” algo diferente en cada relato, lo normal y lo inusual, en estas historias.